Desde Casa Mignaquy rendimos tributo a una amistad que marcó profundamente nuestra historia y la del país.
La familia Cusenier, encabezada por Eugène Cusenier y luego representada en Argentina por sus descendientes y continuadores del legado de excelencia, fue mucho más que un actor central en la industria de los licores y espirituosos: fue el alma de una visión franco-argentina basada en el buen gusto, la innovación y la caballerosidad empresarial.
Nuestro fundador, Juan Bautista Mignaquy, tuvo el honor de presidir Cusenier S.A. en Argentina entre 1913 y 1940. Su relación con la familia Cusenier —especialmente con Elysée Cusenier, heredero del espíritu visionario de la casa madre en París— fue mucho más que comercial: fue una unión de ideales, de ética y de respeto mutuo. Fue amistad, confianza y propósito compartido.
El edificio original de la Maison Cusenier, en el Boulevard Voltaire 226 de París, sirvió de inspiración directa para el diseño de nuestra sede en Argentina. No solo replicamos sus formas arquitectónicas, sino también su espíritu: ese que conjuga sobriedad con carácter, y elegancia con trabajo bien hecho.
Hoy, desde Casa Mignaquy, recordamos con gratitud a la familia Cusenier. Honramos su legado, celebramos su influencia en nuestra historia, y mantenemos viva la memoria de una alianza que trascendió generaciones. Porque si Argentina pudo ser sinónimo de excelencia en bebidas y sabores, fue también gracias a esa amistad que nació entre París y Buenos Aires —y que aún nos inspira.

